miércoles, 7 de mayo de 2014

HEL: EL ÚLTIMO BASTIÓN POLACO

Reconozco que antes de venir a Polonia en mi vida había oído hablar sobre la península de Hel. Y ahora, después de conocerla, quedará en mi lugar como un recuerdo imborrable. La península de Hel puede ser uno de los lugares más recónditos, no ya de Polonia, sino de Europa entera probablemente, si bien a día de hoy ya tiene poco de escondido o de semioculto, ya que es uno de los principales atractivos turísticos que nos podemos encontrar en el Voivodato de Pomerania, al norte del país. Para ubicar este remoto lugar, nos hace falta un mapa con bastante detalle, ya que si utilizamos un mapa muy lejano, a lo mejor la península desaparece y tan sólo podemos ver la punta, que es donde está el pueblo y puerto de Hel, el lugar donde la península alcanza su punto más ancho (unos 3 km).
Ubicación de Hel en la bahía de Gdańsk

LA TRAVESÍA

Esta visita a Hel sólo ha sido una etapa más dentro de un viaje que emprendimos el pasado puente mayo al norte de Polonia, al conjunto de tres ciudades denominado en polaco Trójmiasto (Gdańsk, Sopot y Gdynia). Buscando cosas para ver durante nuestra estancia en estas tres ciudades y sus alrededores, apareció la visita a Hel, y aparte de la visita, el cómo llegar. Se puede hacer en coche, tren, autobús... y en barco, cosa que no dudamos ni un instante. Así que el viernes 1 a las 8 y media de la mañana nos hacíamos a la mar al ritmo del archiconocido Mambo nº 5 (nunca la había oído a tales horas, que recuerde).

Vista de la famosa puerta-grúa de Gdańsk desde el barco
Momento en el que zarpa el barco
La travesía Gdańsk-Hel dura justo dos horas, pero para nada se hace pesada. Para los que somos de secano y rara vez nos hemos visto en alta mar, es una gran experiencia. Pero antes de llegar al mar abierto, el barco sale de Gdańsk a través del río Motława, que también nos deja bonitas instantáneas en su recorrido.
Fortaleza a la orilla del río
Faro de Gdańsk
Astilleros
Plataforma naval
El puerto de Gdańsk seguramente no será una maravilla estéticamente hablando, pero a mí, personalmente, también me gustan estos paisajes urbanos tales como los astilleros o las industrias en decadencia. Si la memoria no me falla, creo que el único astillero que he visto en mi vida "in situ" es el de Huelva, que es un juego de niños comparado con los imponentes talleres de fabricación y reparación de barcos del norte polaco. Gdańsk es el puerto más importante de Polonia y uno de los más importantes del mar Báltico, no sólo hoy, ya que a lo largo de la historia esta zona ha sido ocupada por alemanes, rusos... vamos por todo quisqui, incluso hubo una época a principios del siglo XX (1920-1939) en la que Gdańsk fue una ciudad-estado independiente.

Una vez abandonamos Gdańsk (que me enrollo), continuamos con nuestra travesía hacia Hel, que es lo que nos ha traído hoy a escribir esta entrada en el blog. El tiempo se puede decir que era bueno para pasar la mañana en el barco. Lucía el sol y corría y un viento bastante frío, pero siempre eso es mejor que llover, que hubiera obligado a recluirse dentro del barco sin posibilidad de salir a la cubierta. Este viento frío se convirtió en helado y tirando a huracanado cuando la embarcación sobrepasó el espigón del río Motława.
Ya en alta mar, el viaje transcurre sin sobresaltos, si bien había que andarse con cuidado con el oleaje, ya que alguno (yo no, lo juro) se puso perdido de agua tras saltar una ola hacia el barco. Poco a poco va apareciendo la península de Hel en el horizonte. Primero, una pequeña lengua de tierra, y ya a continuación, el pueblo, el bosque, las playas y el puerto. Es aquí cuando uno toma conciencia de que está en un lugar remoto. Tan remoto, que fue este punto fue la última plaza polaca en caer en manos de los nazis, y por esa misma y obvia razón, fue la última posición que los nazis abandonaron tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial.

EL PUEBLO

Playa de Hel
Una vez nos bajamos del barco y echamos un vistazo al pueblo, la impresión es magnífica: pequeño, pero pintoresco y lleno de vida. Quizá demasiado vendido al turismo, pero la gente tiene que vivir de algo y, además, sería muy hipócrita criticar lo mismo que nosotros hemos ido a hacer allí. Pese a todo, la sensación es que dan ganas de quedarse aquí a vivir. Seguramente en invierno habría rechazado esta idea de plano, pero nunca se sabe. Lo primero que nos encontramos es la playa de arena blanca y fina con su enorme malecón y sus puestos de recuerdos. El animal estrella de Hel y uno de los iconos de este lugar sin duda es la foca, Incluso hay un "focario" en el centro del pueblo. 
Panorámica del pueblo
Calle pricipal
No nos paramos a ver ningún espectáculo pero había muchísima gente (niños sobre todo) vibrando con estos simpáticos animales. El pueblo crece alrededor de una calle principal donde se encuentran los bancos, comercios, cajeros, establecimientos de todo tipo y bares y restaurantes. Ni que decir tiene que fue de obligado cumplimiento comernos unos pescados del mar Báltico antes de emprender el viaje de vuelta, y todo por un precio bastante módico para encontrarnos en un lugar de alta afluencia turística.

Vista de Hel desde el faro
Faro de Hel
Los alrededores del pueblo también lugares de interés. Nos adentramos en un pinar y al poco tiempo nos damos de bruces con el faro de Hel, una torre de 40 metros de altura y casi dos siglos de antigüedad. Este viaje ha sido muy de faros, y tras subir al de Gdańsk, no queríamos perder también la ocasión de subir al de Hel. Las vistas son magníficas, aunque me llevé un pequeño chasco al comprobar que, a diferencia del de Gdańsk, el faro de Hel está acristalado y no permite salir al exterior, pero la panorámica de la zona no tiene desperdicio. 

El mar Báltico a mis pies
Esta fría. Muy fría.
Abandonamos el faro, seguimos atravesando el pinar, y llegamos a la playa. A nuestros pies, el mar Báltico en toda su inmensidad. Nos encontramos en el final de Polonia por el norte. Yo no soy mucho de playas, quizá porque siempre que voy, están hasta la bola de gente y porque no aguanto el calor. Pero las playas de Hel (y por extensión las de todo el norte polaco) en esta época son un reducto de paz, donde hay gente tomando el sol, niños haciendo volar alguna cometa o gente paseando tranquilamente. Faltó algún zumbado bañándose, que nunca suele faltar, pero aquí sí. Y no me extraña, porque el agua estaba fría como el hielo, y lo pude comprobar de primera mano, ya que me metí "hasta los carcañales".
Alrededores de Hel
Y ya con esto vamos a ir terminando la aventura de hoy. Ya sé que siempre digo lo mismo de todos los lugares que visito, pero es que todos me gustan y este no es menos, así que os recomiendo que visitéis este lugar si alguna vez os dejáis caer por aquí. Hel es un lugar remoto y desconocido, pero si alguna vez tenéis la suerte de visitarlo, os dejará un grato recuerdo para toda la vida.

3 comentarios:

  1. Este verano espero poder visitar la peninsula de Hel, y buscando info sobre esta zona he llegado hasta tu artículo. Muchas gracias!

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  2. Este verano espero poder visitar la peninsula de Hel, y buscando info sobre esta zona he llegado hasta tu artículo. Muchas gracias!

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  3. Pues espero que lo disfrutes y que te guste tanto como me gustó a mí. Me pareció un sitio precioso. No sé qué ruta vas a llevar, pero si sales de Gdansk, Sopot o Gdynia, yo te recomiento hacer el trayecto en barco y que disfrutes de la travesía; y una vez en Hel, te recomiendo que te comas algún pescado en algún restaurante de la calle principal. Todo tirado de precio.

    Un saludo!

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