martes, 15 de abril de 2014

PRAGA: HISTORIA DE UN FLECHAZO

"París bien vale una misa". Esta frase la pronunció Enrique IV el 25 de julio de 1593 cuando se "convirtió" al catolicismo para poder proclamarse rey de Francia. En abril de 2014, Juan Miguel Sánchez, ósease, un servidor, bien puede asegurar que "Praga bien vale una entrada en el blog". Aunque la verdad es que Praga se merece bastante más que una simple entrada en este cutre-blog, ya que es una ciudad fascinante de la que he conseguido enamorarme en tan sólo un par de días. Cuando me confirmaron que iba a realizar mi Erasmus en Wrocław, una de las cosas que me propuse fue realizar varios viajes por los alrededores y que desde España serían más complicados de efectuar. Una de esas paradas obligatorias era Praga, y este fin de semana he conseguido tacharla de la lista tras un viaje del que he vuelto más que satisfecho.

LA CIUDAD VIEJA

Estatua de San Wenceslao
Bulevar de San Wenceslao
La imponente estatua de San Wenceslao (a la izquierda, patrón de la República Checa) es la que nos guía el camino que va desde la Ciudad Nueva hasta la Ciudad Vieja a través de un bulevar donde se concentran tiendas, puestos de comida típica, recuerdos, artesanía, etc. además de diversas "atracciones" para adultos en los alrededores de las cuales te intentan persuadir en plena calle, para mi gusto, con demasiada insistencia.

Reloj astronómico
Esferas del reloj
Una vez llegamos al final del Bulevar, entramos en la Ciudad Vieja, el corazón de la ciudad propiamente dicho. Praga no ha sido devastada por guerras como Wrocław y conserva un centro de la ciudad precioso, con un entramado de callejuelas y edificaciones donde uno se puede perder durante horas. Después de atravesar varias calles estrechas a tope de gente, llegamos a la "Plaza Mayor" de la ciudad, donde nos topamos de frente con el reloj astronómico, una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. No voy a explicar su complejo funcionamiento, porque en este enlace lo hacen muchísimo mejor. Lo más destacable es que cada hora en punto (de 9 a 23 horas) se pone en marcha el mecanismo del reloj y se ven moverse a sus pequeñas figuras y a los 12 apóstoles pasando por las pequeñas ventanas. La atracción dura así como un minuto, pero la plaza se pone "abarrotá". La plaza estos días es un hervidero de gente, ya que por Semana Santa hay instalado un gran mercadillo de artesanías, comida y dulces típicos, helados, etc. que se mezcla con la enorme cantidad de turistas más los típicos artistas callejeros. Aquí podéis ver el mecanismo del reloj que tantísima expectación crea:

 
Antigua puerta de la ciudad
Una vez vista la Plaza, tomamos una de las calles que salen de ella y a lo lejos avistamos una especie de torreón solitario que parece fuera de lugar: es la Powder Tower (o Prašná brána en checo). Esta torre es nada más y nada menos que una de una de las antiguas entradas de la ciudad. Había trece puertas y esta es la única que queda en pie. Está restaurada y muy bien cuidada y su ubicación entre estrechas calles la convierten en una construcción bastante imponente. Si volvemos hacia atrás por una calle paralela, llegamos de nuevo a la Plaza, y si tomamos otra salida de la misma, discurrimos nuevamente por un laberinto de callejuelas que nos lleva hasta el punto más emblemático de la ciudad, el que une la "Ciudad Vieja" con la "Ciudad Pequeña" (Malá Strana), otro distrito histórico de la ciudad.

EL PUENTE DE CARLOS

Puente de Carlos de noche
Puente de Carlos de día
Mide 500 y pico metros de largo y se construyó para unir las dos partes de la ciudad, separadas por el río Moldava. Es sin duda el lugar más archiconocido de Praga, y en el se juntan artistas como músicos, pintores, dibujantes... Lo cierto es que tiene un aire muy bohemio, como no podría ser de otra manera, ya que Praga es la capital de la vieja región histórica de Bohemia. Sí, la del famoso cristal, por eso en Praga hay un sinfín de tiendas donde podemos traernos de recuerdo cualquier figurita fabricada con este renombrado vidrio.

Puente Mánesuv
Puente Legií
Volviendo a nuestro puente, hay que decir que impresiona lo mismo de día que de noche, y que según lo vamos recorriendo, las vistas son impresionantes, tanto a un lado como a otro, con el majestuoso río Moldava y los puentes adyacentes que sirven para cruzarlo.


 
Candados en un puente de Praga
Justo al final del Puente de Carlos, en un pequeño canal que sale del río, hay un pequeño puente donde también se ha instaurado la moda de que los enamorados coloquen unos candados en señal de amor, como en el puente Tumski de Wrocław que ya os he enseñado por aquí. Los barcos turísticos que cruzan el río dejan una estampa que invitan a no irse de este rincón. Ahora vamos a darnos una vuelta por el otro lado del puente, ya que también hay cosas interesantes por ver en este distrito praguense.


LA CIUDAD PEQUEÑA

Calle más estrecha del mundo
La "Ciudad Pequeña" es otro barrio antiguo que se ubica al otro lado del río Moldava. Dando un paseo por sus calles nos podemos encontrar con la que dicen que es "la calle más estrecha del mundo". No tanto, porque yo quepo... Lo cierto es que es tan estrecha que incluso han instalado un semáforo para evitar una colisión... peatonal. Y aún así, un señor con prisas, junto con toda su familia, se empeñó en cruzarse conmigo y con mis amigos. En el momento crítico temí que hubiera que llamar a los bomberos y que nos sacasen de allí con una espátula, pero la cosa no fue a mayores. Esta calle no desemboca en otra calle, sino en la terraza de un bar donde el dueño se lo tiene más que bien montado, puesto que te cobra 3 € (75 coronas) por medio litro de cerveza cuando Praga está plagado de bares donde te puedes beber el mismo medio litro por 1-2 € (25-50 coronas).


Catedral de San Vito
Panorámica de Praga
El mayor atractivo de la "Ciudad Pequeña" se encuentra en el enorme conjunto arquitectónco que forman el Castillo, la Catedral de San Vito y otras construcciones anexas, jardines, etc. La catedral gótica impone. Su pórtico principal se encuentra muy cercano a otro edificio, y al pasar bajo un arco te lo encuentras casi de sopetón, de manera que es prácticamente imposible sacarle una foto a toda la fachada, al menos con una cámara convencional como la mía. Una vez que hemos visto la catedral, volvemos hacia el centro por una calle con muchas escaleras que nos deja una de las más impresionantes vistas de da la ciudad, gracias a un mirador.

Fachada trasera de la Karlovy Lazne
Como es imposible poner todo por aquí sin que os aburráis de leer, vamos a ir terminando, pese a que me dejo bastantes rincones curiosos por describir como el barrio judío, el Senado o los jardines reales. Sólo deciros que, si tenéis la oportunidad de visitar Praga, no lo dudéis ni un momento, porque os va a encantar. No es una ciudad cara y hay de todo y para todos, ya que entre paseo y paseo, también hubo tiempo para realizar alguna que otra salida nocturna y petarlo en la discoteca más grande de Europa Central: la Karlovy Lazne, con cinco plantas y diferentes ambientes en cada una de ellas, aunque para los que estuvimos por allí el último sábado noche siempre será la "Txitxarro".

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